Los rituales son actividades que se disfrutan en familia de forma habitual, predecible y asociada a las rutinas de la familia. Deben establecerse en los niños desde que son pequeños con naturalidad. Los rituales ayudarán al desarrollo congnitivo y socio-afectivo, la apropiación de la identidad, crear hábitos y costumbres y así fortalecer la relación familiar y la formación de valores.

Estos rituales poseen un alto contenido simbólico, propician la repetición de rutinas y fomentan la seguridad y el sentido de responsabilidad.

Estos son algunos rituales que pueden ponerse en práctica.

  • Saludar.. Dense los buenos días y despídanse de forma amorosa, demostrando afecto a través de besos, abrazos y caricias. Los padres deben modelar esta conducta. 
  • Agradecer. Teniendo claro que los adultos modelamos, inculquemos a los niños la costumbre de dar las gracias a quien nos ayuda, nos presta un servicio, nos atiende. Por la mañana o por la noche, dedicar un momento a agradecer por ese día. 
  • Visitar a los abuelos. Es fundamental que los niños creen relaciones interfamiliares.
  • Cumpleaños. Los cumpleaños no solamente tienen que ver con los regalos, podemos establecer un ritual que tenga que ver con la forma en el que el cumpleañero será despertado. El resto de la familia podría hornear el pastel favorito.  
  • Preparación de alimentos. Esta es una magnífica oportunidad de convivir en familia
  • Servicio a la comunidad.  Mostrarle a los niños desde pequeños, la enorme satisfacción de darse a los demás y ayudar a la comunidad. Algunos ejemplos podrían ser visitar un asilo, donar ropa o juguetes en buen estado. 
  • Juntas familiares. A partir de que los niños puedan comunicar sus ideas y sentimientos, será importante establecer juntas familiares para hablar sobre límites, o asuntos importantes que necesitan la atención de toda la familia
  • Juegos y deportes. Salir a jugar con los niños al parque, enseñarle a patear un balón, cachar una pelota, las reglas de algunos juegos. 
  • Comer juntos. Que por lo menos una vez al día, se sienten todos los miembros a comer y conversar durante la comida, sin dispositivos, ni distracciones.  

Autor: Mgter. Martha Lavin Mancebo

Es fundamental comprender que estas riñas, enfrentamientos y peleas que se dan entre hermanos son parte del desarrollo de su relación y es a partir de ellos, que los niños logran establecer límites, respetar los de los demás y experimentar sentimientos como la empatía, la tolerancia, así como poder demostrar y expresar necesidades y emociones.

Los hermanos son parte importante del desarrollo social y emocional del ser humano, hay cosas que solo los hermanos pueden enseñar.

Generalmente, la rivalidad entre hermanos surge cuando los hermanos compiten por el amor, atención y el respeto de sus padres. Dependiendo de la edad y el temperamento de los hermanos las disputas pueden ir de insultos, discusiones, comportamiento inmaduro hasta los golpes. Los signos de la rivalidad entre hermanos pueden incluir golpes, insultos, discusiones y comportamiento inmaduro. 

Conforme los niños crecen, la forma en la que se relacionan con los hermanos irá cambiando. Las peleas van dejando de ser más físicas y se vuelven más verbales a medida que los niños van madurando. 

Aquí algunos tips para aprender a vivir con estos enfrentamientos.

  • Deja de “ser parejo” o tratarlos igual. Tratarlos igual no siempre funciona, cada uno tiene necesidades diferentes y te toca a ti observar cuáles son y cómo satisfacerlas.  
  • Establece el respeto como la base de las relaciones en casa. Nadie (empezando por nosotros mismos) puede faltarle el respeto a otro miembro de la familia, existirán consecuencias para el que no cumpla con esta importante regla. Dejales muy claro cuales son las conductas aceptables e inaceptables dentro de casa.
  • Evita las comparaciones. 
  • Trata de no meterte. Alienta a tus hijos a buscar soluciones entre ellos y así podrán hacerse cómplices para evitar que tu soluciones el problema.  
  • Anticípate a los problemas. Generalmente los papás sabemos qué detonará una situación de confrontación en nuestros hijos, adelántate.
  • Escucha a tus hijos por separado. Permíteles desahogarse y platicarte lo que les frustra o enoja del otro, ayúdale a encontrar soluciones.
  • Intenta pasar tiempo a solas con cada uno. Dedícales un tiempo especial a cada uno. Es importante que sientan que los amas profundamente como son. 
  • Fomenta actividades que no generen competencia entre ellos. Hornear o cocinar puede ser una buena forma de convivencia sin ganadores y perdedores.

Autor: Mgter. Martha Lavin Mancebo

Montessori propone el diseño de un ambiente preparado para responder a las necesidades del niño de cada edad, como uno de sus rasgos más destacados. Es conocido el mobiliario y los materiales propios de un ambiente Montessori, sin embargo, el ambiente no es solo físico, sino también – ¡y sobre todo!- vincular y afectivo, que incluye varios aspectos relacionados entre sí:

  • el afecto manifiesto
  • la comunicación explícita, adecuada al niño en cada uno de sus períodos sensitivos
  • las relaciones y la socialización
  • la resolución de conflictos y la gestión de las emociones

Las expresiones de afecto no son solo las muestras de afecto explícito, sino otras manifestaciones a veces sutiles, que muestran al niño interés por parte del adulto:

  • el tono de voz suave, con pocas palabras, serenas y pausadas
  • los movimientos precisos, suaves y sin artificios, que generan seguridad en el niño
  • una actitud acogedora frente a los conflictos y demandas
  • una mirada tan firme como empática (poniéndonos a la altura del niño y mirándolo a los ojos de manera sostenida)
  • una actitud de escucha atenta, que es el inicio de toda resolución de conflictos

Un punto a tener en cuenta es que antes de cualquier corrección, es importante establecer con el niño un vínculo significativo de afecto que haga posible que nos escuche y atienda. Es decir, primero conexión, luego corrección, una de las premisas de la Disciplina Positiva.

Frente a los conflictos, llantos y caprichos, es importante, en primer lugar, generar un clima de empatía, contención y escucha: ¿Qué pasó?…¿Podés explicarme como te sentís…? Contame que necesitas….te escucho con atención, ahora escuchame vos….¿qué podríamos hacer para resolver esto…? o frases similares. Acompañar estas palabras con gestos corporales y centrar la mirada en el niño, harán el resto. El diálogo debe ser para buscar soluciones, con pausas y silencios que permitan al niño expresar lo que le pasa y volver a la calma.

Ese clima de escucha y serena contención no invalida, en un segundo momento, poner algún límite a una situación de desborde, pero primero, escuchamos y serenamos, luego ayudamos al niño a encauzar sus emociones, entender que le pasa y reparar.

Esta escucha requiere de un adulto con delicadeza, tiempo y paciencia; ¡esa combinación no es nada fácil! Sin embargo, ese momento respetuoso enseña valiosas habilidades sociales para el futuro, y, fundamentalmente, muestran al niño que es capaz de manejar situaciones, que es capaz de ejercer control sobre sus emociones y lo ayuda a establecer vínculos sanos con los demás.

Lic. Graciela Heguy

10 claves para establecer límites

1- Para poder establecer límites dentro de la casa, es importante que exista un ambiente preparado en casa que le permita ser autónomo.

2- Antes de establecer un límite, detente y observa si el niño está involucrado en una actividad constructiva.

3- Para que el niño esté receptivo a aceptar y seguir los límites debemos construir una relación de respeto, positiva y empatiza.

4- Los límites los establecemos desde la tranquilidad y el diálogo, de forma serena, sin enfado y sin gritos.

5- Para que los límites sean efectivos, debemos ser consistentes. Es decir, debemos perseverar y mantener los mismo límites en el tiempo.

6- Los límites deben ser claros, concisos y concretos. “Hay que seguir la instrucción”, es mejor que “Pórtate bien”.

7- Los límites deben poder ser flexibles, como adulto debes saber si aplica en todas las circunstancias o si hay excepciones

8- Los límites deben ir de acuerdo a la etapa y necesidad de desarrollo. “No toques eso”, no es congruente con la necesidad de exploración y movimiento de niños pequeños.

9- Los límites deben establecerse desde que son pequeños, será más difícil establecerlos cuando sean mayores.

10- No fijes límites que serán imposibles cumplir “Si te sigues portando mal, nos vamos de la fiesta”. Si hay hermanos, qué culpa tienen, y quizá tampoco sea tu deseo.

Autor: Martha Lavin Mancebo